Les Dokimos



La marcha cristiana

marcher-dans-le-desert_38-3026.jpg

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” 2 Corintios 5.17


La marcha cristiana comienza cuando decidimos marchar en novedad de vida por Jesucristo. Es una elección voluntaria de orientar nuestra vida conforme a las enseñanzas del Señor.


Para conseguir esta carrera hacia el cielo, necesitamos descargarnos cosas de este mundo y consagrárnosle totalmente al Señor. Es lo que se llama la « consagración », que consiste en sacrificarse por una causa muy precisa, el reino de Dios.
Esta consagración incluye muchos sacrificios y la renuncia completa a las obras muertas (el pecado y todas las frutas de la carne según Gálatas 5.22).


“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, más uno lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Y todo aquel que lucha, de todo se abstiene: y ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible; más nosotros, incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como á cosa incierta; de esta manera peleo, no como quien hiere el aire: Antes hiero mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre; no sea que, habiendo predicado a otros, yo mismo venga a ser reprobado.” 1 Corintios 9.24-27.


marcher-dans-le-desert_38-3026El apóstol Pablo exhortaba los romanos en estos términos: “ASI que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro racional culto. Y no os conforméis a este siglo; mas reformaos por la renovación de vuestro entendimiento, para que experimentéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Romanos 12.1-2.


Esta palabra nos concierne tanto: debemos consagrárnosle a Dios como sacrificios vivos. Pablo habiendo sido en otro tiempo un fariseo muy cuidadoso para las tradiciones de sus padres, pero había comprendido que, en adelante, es el hombre que debe sacrificarse sobre el altar de la cruz y tampoco a los animales. Así, el verdadero culto bajo la nueva alianza es dar su vida a Dios, no para un día, pero para siempre.


Para discernir cuál es la voluntad del Señor, es importante no adoptar la mentalidad y el modo de vida del mundo actual. En efecto, las Escrituras nos afirman que Dios quiere nuestra salvación por nuestra santificación, de oro el mundo rebosa seducciones para apartarnos de la verdad y volvernos del camino derecho.


La vida es sembrada de emboscadas, es por eso que necesitamos marchar con el Espíritu Santo para no perdernos.


El objetivo es tan importante que no debemos descuidar ninguno de los consejos y las ventajas que el Señor puso en nuestra disposición, a saber: la meditación diaria de la Palabra de Dios, la oración y la comunión fraternal (Josué 1.8; 1 Tesalonicense 5.17).


En efecto, el discípulo de Cristo debe comprender que no puede marchar solo, porque si Dios nos colocó en el cuerpo del Cristo es para motivos muy precisos (Ver a 1 Corintios 12; Hebreos 3. 12-13).


La consagración implica una vida ordenada por el Espíritu de Dios, nuestro mejor profesor. Del tiempo de los apóstoles, la formación de un discípulo por su dueño se hacía de dos maneras: la primera, didáctica y la segunda, práctica.


Desgraciadamente, en nuestros días, la práctica falta cruelmente en la cristiandad. Pueda al Señor perdonarnos y suscitar a verdaderos profesores que viven lo que recomiendan y recomiendan lo que viven. El discipulado implica pues una conducta especifica del discípulo que le distingue del común de los mortales.


En efecto, el discípulo de Jesús no es como todo la gente simplemente porque no es del mundo (Juan 15.19). Debemos pues aspirar a ser como el Señor: “El discípulo no es sobre su maestro; mas cualquiera que fuere como el maestro, será perfecto.” Lucas 6.40.


En otras palabras, debemos marchar como marchó (1 Juan 2.6).
Debemos también saber que encontraremos emboscadas y sufrimientos durante nuestra marcha. No podemos conocer la gloria sin sufrir (1 Pedro 1.11).


Entonces, hace mucho tiempo que hemos entendido que marchando con Jesucristo, la vida sería bella, que seremos en la abundancia, ricos con los bienes de este mundo, pero no es lo que nos presentan las Escrituras.
La verdad es que: “Confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles á que permaneciesen en la fe, y que es menester que por muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.” (Hechos 14.22), y “Y también todos los que quieren vivir píamente en Cristo Jesús, padecerán persecución.” (2 Timoteo 3.12). ¡Aquí está el mensaje!


Pero no nos desanimamos porque la alegría del Señor será nuestra fuerza (Nehemías 8.10; 1 Tesalonicenses 1.6). Con Dios, creceremos día tras día y nos fortificaremos en la gracia de nuestro Salvador.


El Señor siempre se sirvió de la oposición para formarnos, escamondarnos y darnos un carácter que se le parece. Pues cobramos animo porque hay bellas experiencias que nos esperan a pesar de los ataques y los combates.

aucun commentaire
aucun commentaire

Laisse un commentaire

Your email address will not be visible.

  Notifíqueme subsiguientes comentarios

Dernières publications